No es desconocida la controversia existente en torno al sodio y la salud cardiovascular. Un nuevo meta análisis aviva más la controversia, al indicar que reducir el sodio de la alimentación reduce la presión arterial incluso en quienes comienzan con una presión arterial sistólica de un mínimo de 120 mm Hg.
El meta análisis, publicado en la versión electrónica de BMJ de febrero, encontró que cada reducción de 50mmol en la excreción de sodio en 24 horas se asoció con reducciones en la presión arterial sistólica de 0,66, 1,89 y 2,76 mm Hg entre pacientes normo tensos, normo tensos e hipertensos combinados, e hipertensos, respectivamente.
Según expertos de Queen Mary University of London, en Reino Unido, este es un hallazgo muy importante, beneficioso no solo para individuos con hipertensión, sino también para quienes tienen presión arterial normal. Además, añadieron, el estudio demostró claramente que mientras más baja fuera la ingesta de sal, más baja sería la presión arterial.
La Organización Mundial de la Salud recomienda una ingesta de sodio máxima en los alimentos de 2 g/día (5 g de sal) como una intervención a nivel de la población para reducir las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad. Sin embargo, estudios previos han informado que la reducción de sodio tiene utilidad limitada o nula en individuos normo tensos.
En el meta análisis, en los 133 estudios aleatorizados incluidos en el estudio, se utilizó únicamente la recolección de orina de 24 horas, a diferencia de otros estudios que utilizan análisis de orina puntuales.
En el estudio participaron 12.197 individuos en los cuales se demostró que cada reducción de 50mmol en la excreción de sodio en 24 horas se asoció a reducción de 1,10 mm Hg en la presión arterial sistólica, y de 0,33 en la diastólica (p = 0,03).
En el artículo publicado por los autores en la versión electrónica de BMJ, indican que las reducciones de la presión arterial sistólica se presentaron en todos los subgrupos, según se clasificaron por edad, género y raza, pero fueron más considerables en personas mayores de 55 a 65 años (-3,88; intervalo de confianza de 95% [IC 95%]: -5,05 a -2,71); mujeres (-1,32; IC 95%: -2,47 a -0,16), y personas de raza negra (-4,07; IC 95%: -6,14 a -2,0).
Ante estos resultados, integrantes del programa de biología vascular e hipertensión de la University of Alabama, en Birmingham, Estados Unidos, hicieron algunas observaciones:
La presión arterial apenas se modificó en los individuos normo tensos, por lo que no se sabe cuánto beneficio obtendría la población general.
Las recolecciones de orina de 24 horas pueden variar, dependiendo de cuán escrupuloso sea el individuo, los estudios de astronautas rusos han demostrado grandes variaciones en la excreción de sodio en 24 horas día a día, por lo que no puede ser un punto de referencia.
Los investigadores utilizaron determinaciones casuales de la presión arterial en vez de determinaciones de presión arterial ambulatorias de 24 horas, y descartaron datos que muestran que la ingesta muy baja de sodio a veces estimula mecanismos de contrarregulación, como el sistema renina-angiotensina, lo cual tiende a aumentar la presión arterial.
Los hallazgos están basados en datos a nivel de estudio más que a nivel de paciente y no incluyen variables cardiovasculares.
Concluyeron que, si una persona tiene presión arterial elevada y consume mucha sal, disminuir esta reducirá la tensión arterial, pero para las personas que básicamente tienen presión arterial normal o casi normal y no consumen mucha sal, reducir la ingesta de sal no dará un beneficio demostrable.
Los autores indican que los datos que mostraban una falta de beneficio con la reducción de sodio en individuos normotensos están basados en estudios a muy corto plazo, y que la activación del sistema renina-angiotensina y los efectos metabólicos adversos vinculados a grandes reducciones del sodio alimentario no parecen estar presentes en las intervenciones a más largo plazo.
En el metanálisis, las intervenciones para reducir el sodio variaron con una duración de no más de 7 días hasta más de 6 meses. No se identificó asociación general entre la duración de la intervención y la magnitud de la presión arterial sistólica o diastólica, probablemente debido a una falta de potencia estadística, pues solo 19% de los estudios incluyó intervenciones que duraron más de 30 días, y solo 4% duró más de 6 meses.
El efecto de la reducción de cada 50 mmol en la excreción de sodio de 24 horas sobre la presión arterial sistólica fue aproximadamente el doble en estudios con intervenciones de más de 14 días frente a los de 14 días o menos (2,13 mm Hg frente a 1,05 mm Hg; p = 0,002).
Las reducciones del sodio alimentario a largo plazo pueden ser difíciles para los individuos, pero se han informado beneficios positivos para la salud en programas nacionales que combinan campañas para concientización en torno a la sal. Por ejemplo, los investigadores informaron previamente que el programa de reducción de sal de Reino Unido, que establece objetivos de reducción de sal para más de 85 categorías de alimentos, condujo a una reducción de 15% en la ingesta de sal (de 9,5 g/día en 2003 a 8,1 g/día en 2011), un descenso de 2,7 mm Hg en la presión arterial sistólica de la población, y una disminución de 42% de la mortalidad por ictus, y de 40% de cardiopatía isquémica.
Concluyeron que serían útiles más datos de vigilancia de la presión arterial ambulatoria que reflejen diferentes condiciones alimentarias.
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