Enrique Terán, MD, PhD
Colegio de Ciencias de la Salud, Universidad San Francisco de Quito – Miembro de Número, Academia Ecuatoriana de Medicina – Presidente, Academia de Ciencias del Ecuador.
Para quienes todavía no están familiarizados con el termino, la farmacogenética es un campo emergente en la intersección entre la farmacología y la genética, que ha cobrado cada vez más importancia en la práctica clínica contemporánea. Se refiere al estudio de cómo las variaciones genéticas individuales afectan la respuesta de un paciente a los medicamentos, incluyendo la eficacia y los efectos secundarios. Esta disciplina promete una nueva era de terapias farmacológicas personalizadas, adaptadas a las características genéticas únicas de cada individuo.
Recordará también el lector, que muchos de esos procesos metabólicos estaban relacionados con la actividad de ciertas enzimas, de las cuales, la más importante, si bien no la única, es el famoso citocromo P450, un “complejo” enzimático con múltiples capacidades como por ejemplo hidroxilar, hidratar, aminar, entre otras. Así, siendo las enzimas, desde el punto de vista bioquímico, proteínas especializadas, su presencia en el organismo depende de una codificación genética, y va a estar directamente influenciada por dos elementos básicos: el genotipo (los genes que tiene un individuo) y el fenotipo (los genes que se expresan o que son funcionales en un individuo).
Por lo tanto, la farmacogenética se basa en el analizar como las diferencias genéticas entre personas, tanto genotípicas cuanto fenotípicas, influyen en cómo sus cuerpos metabolizan los fármacos. Al comprender las variantes genéticas que predisponen a ciertos efectos adversos de los medicamentos se podría evitar prescripciones potencialmente peligrosas y mejorar la seguridad del paciente.
Adicionalmente, al evitar la experimentación con diferentes medicamentos y dosis para encontrar la opción más efectiva, la farmacogenética puede acelerar el proceso de encontrar el tratamiento óptimo para un paciente; y al conocer de antemano la probabilidad de respuesta de un paciente a un medicamento específico, se pueden evitar tratamientos ineficaces y minimizar el riesgo de fracaso terapéutico.
Algunos ejemplos prácticos de farmacogenética incluyen la dosis de warfarina, un anticoagulante común, se ajusta en función de la variante del paciente en el gen VKORC1; realizar un cribado genético para la variante HLA-B\*5701 antes de iniciar el tratamiento con abacavir, un fármaco antirretroviral, para prevenir reacciones de hipersensibilidad potencialmente mortales; o la variante genética del gen CYP2C19 influye en la eficacia de clopidogrel, un antiagregante plaquetario, en pacientes con enfermedad coronaria, lo que afecta la respuesta al tratamiento y el riesgo de eventos cardiovasculares.
Sin embargo, en muchos países de América Latina, el acceso a pruebas genéticas y tecnologías de secuenciación genómica sigue siendo limitado, lo que dificulta la implementación de la farmacogenética en la práctica clínica. La falta de infraestructura y recursos en los sistemas de salud de la región puede dificultar la capacitación de profesionales de la salud en farmacogenética y la integración de esta disciplina en la atención médica.
Adicionalmente, América Latina es una región muy diversa en términos de composición genética, lo que plantea desafíos adicionales para la interpretación de los resultados de las pruebas genéticas y la aplicación de hallazgos en diferentes poblaciones.
La colaboración internacional y el intercambio de conocimientos entre investigadores y profesionales de la salud en América Latina y particularmente España pueden ayudar a superar las barreras y acelerar el avance de la farmacogenética en la región. Por ejemplo, Ecuador participa en iniciativas regionales como la Red Iberoamericana de Farmacogenética (RIBEF), que por más de una década ha facilitado la colaboración entre países latinoamericanos en investigación y desarrollo en farmacogenética.
Durante varios años con investigadores de numerosos países e importantes recursos humanos y económicos de la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional y el Instituto de Investigación Biosanitaria (INUBE) de Extremadura, hemos analizado el ADN de más de 6.000 personas de diferentes poblaciones de Norteamérica (Monterrey, México DF y Chiapas), Centroamérica (Costa Rica y Nicaragua), el Caribe (Cuba), la costa pacífica de Sudamérica (Colombia, Ecuador y Perú), la costa atlántica de Sudamérica (Argentina, Brasil y Uruguay), Portugal y España. Gracias a ello, se ha cuestionado la adecuación de las dosis estandarizadas que se usan de forma global, y las conclusiones se han plasmado en una "Declaración" a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y al Consejo de Organizaciones Internacionales de Ciencias Médicas.
Desafortunadamente, todavía es habitual que los estudios clínicos sobre medicamentos se desarrollen en unas poblaciones y se apliquen en otras, y lo normal también es que se prueben en las sociedades más avanzadas, excluyendo de esa manera a las poblaciones indígenas. Por este motivo, si no se atienden esos factores, ni la medicina personalizada ni la medicina de precisión redundará en beneficio de las poblaciones autóctonas de América Latina.
Finalmente, es por todas estas razones que la implementación exitosa de la farmacogenética en América Latina, incluido Ecuador, podría tener importantes implicaciones para la salud pública en las décadas venideras. Por ejemplo, al identificar a los pacientes que son más propensos a experimentar efectos secundarios graves de ciertos medicamentos, se podrían evitar hospitalizaciones innecesarias y reducir los costos asociados con la atención médica.
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