La agresividad no ha tenido el mismo nivel de atención que otros trastornos psiquiátricos, indicó el Dr. Emil F. Coccaro, profesor y vicepresidente de investigación en psiquiatría y salud conductual en la Ohio State University, en Columbus, Estados Unidos,
en una conferencia dictada durante el Congreso Virtual de Current Psychiatry y la American Academy of Clinical Psychiatrists.
La agresividad es un problema de salud mental no bien catalogado y los mecanismos biológicos podrían identificar formas más extremas como el trastorno explosivo intermitente, que se caracteriza por impulsos repentinos y agresividad inadecuada, violencia o incluso arrebatos verbales. El trastorno explosivo intermitente puede dar por resultado ira en la carretera, abuso doméstico, además de arrojar objetos e incurrir en otras conductas destructivas.
Las personas parecen pensar que la conducta agresiva es una mala conducta y que por consiguiente los individuos solo necesitan un ajuste en la actitud. Así que hay esta especie de estigma y no hay grupos de apoyo para ello. No hay carteles para ello. Pero hay mucha biología y neurociencia detrás de ello. El trastorno explosivo intermitente también es más común de lo que las personas por lo general sospechan y se estima una incidencia de 4% en el curso de la vida, según el Dr. Coccaro.
Existe un punto de vista general de que los trastornos psiquiátricos pueden dar lugar a mayor agresividad, pero hay pocos indicios de ello. En términos generales, tener una enfermedad psicológica en sí realmente no aumenta el riesgo de que una persona sea agresiva. Lo que hace es que sea agresiva en general y a eso se añade el trastorno por uso de sustancias. Las personas que tienen trastornos por uso de sustancias es que solo se ponen agresivas cuando son agresivas, el caso más contundente sobre esta relación es el abuso de alcohol.
Los criterios de la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) para el trastorno explosivo intermitente son: agresividad verbal o física sin destructividad, por lo menos dos veces por semana, o tres o más episodios de agresión o destrucción física en un año. La conducta debe ser desproporcionada a la provocación, ocasionar angustia o alteración y no ser explicable por otros diagnósticos.
Si hay una explosión de agresividad dos veces a la semana durante algunos meses y por lo general ocurre durante largo tiempo, esto es diferente a solo explotar muy esporádicamente.
Las personas sanas, personas no agresivas, tal vez exploten una vez al año o incluso con menor frecuencia.
Las imágenes de resonancia magnética funcional y otros estudios por imágenes muestran diferencias asociadas con la agresividad.
Las personas con trastorno explosivo intermitente realmente se distinguen de los controles psiquiátricos. También tienen otros problemas; tienen una atribución hostil, son un poco irritables, pero no siempre están irritables, pero quienes las rodean tienen que andar con pies de plomo.
Los resultados de estos tipos de estudios no son totalmente concluyentes y no se pueden utilizar para el diagnóstico, en parte porque les falta potencia. Es difícil hacer estos estudios de resonancia magnética con una gran cantidad de sujetos, pues son algo costosos.
Otras técnicas de imágenes menos costosas, como la espectroscopia cercana al infrarrojo pueden mejorar la cuestión. Esto podría ser algo que en un futuro podría llevar a algunas mejoras diagnósticas. Ahora mismo se están realizando estudios por imágenes para dilucidar bien los mecanismos.
Estos estudios mecanicistas indican que la causa del trastorno explosivo intermitente puede ser una combinación de demasiados impulsos de las estructuras subcorticales como la amígdala y una función inhibitoria insuficiente en la parte frontal del cerebro. La corteza frontal puede sufrir una pérdida de sustancia gris y puede haber insuficiente conectividad, lo cual podría debilitar las señales que provienen de las áreas frontales que de lo contrario podrían inhibir los centros más primitivos del cerebro.
El tratamiento del trastorno explosivo intermitente podría dirigirse a mejorar esta conectividad y señalización. Fármacos como la ketamina y otros anestésicos como el óxido nitroso pueden aumentar la conectividad de las células nerviosas al aumentar la ramificación en las dendritas sinápticas.
Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina tienen el potencial de tratar el trastorno explosivo intermitente, pero su utilidad es escasa, debido a que se unen al transportador presináptico de la serotonina, y las personas más agresivas tienen menos de estos transportadores.
La psicoterapia cognitivo-conductual que se centra en el control de la ira y en la relajación muestra perspectivas favorables, ayuda a las personas a lidiar con lo que se les avecina.
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